06 enero 2010

El viaje de Shakespeare


El 10 de agosto de 1584, a las cinco de la mañana, la nave Tritón, comandada por el capitán Blacknaff, abandonó con las velas desplegadas el puerto de Dover rumbo a Rotterdam, donde la esperaba un cargamento de especias.

De pie en la proa del barco, los ojos clavados en el océano, un joven de rostro altivo y mirada centelleante se dirigía así a la parte pensante de sí mismo: "¿Qué soy yo, frágil acumulación de huesos, músculos y sangre, a la que el azar del lenguaje ha etiquetado con el nombre de William Shakespeare, qué soy yo, sino un pedazo de pasta maleable por el gozo y el dolor, hasta que un capricho del artista me deje sin forma y sin nombre, reducido a mero puñado de barro destinado a confundirse con el barro?"

El viaje de Shakespeare, León Daudet, 1896

Así empieza ese regalo adelantado a esta Noche de Reyes y de aniversario con el que el pirata y su doncella me obsequiaron. Conocedores son de mis gustos, selectos son con los suyos y nada mejor que este libro inédito de Daudet para "provocar" la vuelta de este rincón en el que antaño se hablaba de libros y cine y películas y viajes... Hace cuatro Epifanías, Viola decidió tomarse la licencia de abrir esta Doceava Noche, abandonada por los bandazos de la vida. No todos los viajes son de placer, aunque los haya, no todos los viajes son físicos, ni mentales, ni espirituales... pero todos hacen que se tengan o no ganas, aunque clavemos los ojos en el océano buscando un trozo de tierra firme al que aferrarnos y recuperar lo que teníamos. La Noche busca el día... si todavía hay alguien ahí no le puedo pedir más paciencia, sólo agracederle la espera...