28 noviembre 2010

Volpone



Allá por el lejano año de 1605, un tal Ben Jonson creaba una obra de teatro brillante llamado Volpone que se convertía en un maravilloso estudio satírico de la avaricia de la especie humana. Y una de las grandes de la comedia Jacobina. Sino la más. Todo vale y todo se pierde si de conseguir riquezas de trata.

Allá por octubre de 1993 , alguien que creía que entendía, leía y hablaba inglés como nadie se topó de bruces con el primer "encargo" de una filología inglesa: leer Volpone. Y aún recuerdo los sudores fríos, el no enterarme de nada y el casi replantearme qué coño hacía yo estudiando eso si ya no me enteraba al empezar.

Muchas de las cosas que leí durante la carrera, admito que las aprecié pasado el tiempo al darles una segunda oportunidad madura y alejada de la obligación impuesta. Éste fue el caso, y disfruté como nunca con esa segunda lectura, así que la oportunidad de verla en teatro fue irresistible desde luego: Talía Teatro, unos genios de Cee (sí desde ahí se hace gran teatro también) lo bordaron.

La obra es una perita en dulce. El símil que Ben Jonson hace de cada personaje con animales carroñeros, es sólo una de las grandes perlas que uno se puede encontrar. Volpone es un zorro, un hombre rico en busca de más riquezas que juega con la gente a su antojo. Mosca es un insecto parásito, el criado inteligente que es el perfecto brazo ejecutor de su amo. Voltore un abogado buítre carroñero que busca más riquezas. Corvino y Corbaccio son cuervos que revolotean esperando la muerte y su contraprestación. El primero capaz de desheredar a un hijo por más riqueza, el segundo capaz de dar a su mujer a cambio...

El trabajo gestual de todos y cada uno de los actores, especialmente de Artur Trillo y Toño Casais, es de hacer lo que se hace al final, dejarse las manos aplaudiendo, y la adaptación al gallego es también brillante. A los de por aquí, no se la pierdan. A los de por allá, ataquen a la versión en papel.

18 junio 2010

Anger

Anger is like
A full-hot horse, who being allow'd his way,
Self-mettle tires him



King Henry VIII, Act. I, Sc. 1

La ira es un caballo fogoso, si se le da rienda suelta se agota por exceso de ardor


Enrique VIII, Acto I, Escena 1



Porque hay días en los que se siente correr la ira por las venas, porque más bien apetece reaccionar como otros, aunque siempre llegue la calma... pero cada vez aumentan más las ganas de huir de todo.

01 junio 2010

Veinticuatro horas en la vida de una mujer

¿Usted no encuentra, pues, odioso, despreciable, que una mujer abandone a su marido y a sus hijas para seguir a un hombre cualquiera, del que nada sabe, ni siquiera si es digno de su amor?¿Puede usted realmente excusar una conducta tan atolondrada y liviana en una mujer que, además, no es ya una jovencita y que ni siquiera por amor a sus hijas hubiese debido preocuparse de su propia dignidad?

Stephan Zweig, Veinticuatro horas en al vida de una mujer


Una pregunta. Una reacción a unos hechos que convulsionan una tranquila estancia en la Riviera son el detonate de otra historia, maravillosamente contada, de un secreto que necesitaba algo así para salir a la luz. Hay tantas razones por las cuales una persona actúa impulsivamente, son tantos los motivos por los que todos en un momento sentimos la necesidad de hacer o no hacer algo que marcará nuestras vidas para siempre, para bien o para mal. Justo es no juzgar, no opinar si no se conoce la historia al completo... y nunca se conoce.
Stefan Zweig ha conseguido conmoverme con su manera de poner palabras en boca de Mrs. C., una vieja dama inglesa con una vida marcada por 24 horas y un secreto que pudieron cambiarlo todo. Y de igual manera esa dama reaccionó y liberó su alma, este relato ha conseguido desbloquear las ganas de escribir de esta otra dama, que también tiene sus secretos y sus tormentos.

06 enero 2010

El viaje de Shakespeare


El 10 de agosto de 1584, a las cinco de la mañana, la nave Tritón, comandada por el capitán Blacknaff, abandonó con las velas desplegadas el puerto de Dover rumbo a Rotterdam, donde la esperaba un cargamento de especias.

De pie en la proa del barco, los ojos clavados en el océano, un joven de rostro altivo y mirada centelleante se dirigía así a la parte pensante de sí mismo: "¿Qué soy yo, frágil acumulación de huesos, músculos y sangre, a la que el azar del lenguaje ha etiquetado con el nombre de William Shakespeare, qué soy yo, sino un pedazo de pasta maleable por el gozo y el dolor, hasta que un capricho del artista me deje sin forma y sin nombre, reducido a mero puñado de barro destinado a confundirse con el barro?"

El viaje de Shakespeare, León Daudet, 1896

Así empieza ese regalo adelantado a esta Noche de Reyes y de aniversario con el que el pirata y su doncella me obsequiaron. Conocedores son de mis gustos, selectos son con los suyos y nada mejor que este libro inédito de Daudet para "provocar" la vuelta de este rincón en el que antaño se hablaba de libros y cine y películas y viajes... Hace cuatro Epifanías, Viola decidió tomarse la licencia de abrir esta Doceava Noche, abandonada por los bandazos de la vida. No todos los viajes son de placer, aunque los haya, no todos los viajes son físicos, ni mentales, ni espirituales... pero todos hacen que se tengan o no ganas, aunque clavemos los ojos en el océano buscando un trozo de tierra firme al que aferrarnos y recuperar lo que teníamos. La Noche busca el día... si todavía hay alguien ahí no le puedo pedir más paciencia, sólo agracederle la espera...