Con unos miserables casi 500 añitos de diferencia, dos escritores ingleses (bueno, uno anglo-americano para ser más exactos) tuvieron la brillante idea de empezar sus dos obras de referencia hablando del mes de abril. Para uno, el más antiguo, todo era positivo, para el otro, el más contemporáneo, todo era negativo.
Les he dejado pensar. ¿Les digo quienes son? Algunos avezados y rápidos lo habrán sacado ya. El primero, el inicio de 'Los Cuentos de Canterbury', de Geoffrey Chaucer, la versión positiva del mes de abril.
Del segundo ya les he hablado, 'La Tierra Baldía', de T. S. Eliot, la parte opuesta, la versión negativa del mes de abril.
A mí, que quieren que les diga, me sigue gustando más la negativa perfección de T.S. Eliot, porque sí, Abril es el más cruel de los meses, pero no por ello menos bonito.
Les he dejado pensar. ¿Les digo quienes son? Algunos avezados y rápidos lo habrán sacado ya. El primero, el inicio de 'Los Cuentos de Canterbury', de Geoffrey Chaucer, la versión positiva del mes de abril.
Las suaves lluvias de abril han penetrado hasta lo más profundo de la sequía
de marzo y empapado todos los vasos con la humedad suficiente para engendrar la flor; el delicado aliento del viento del oeste ha avivado en los bosques y
campos los tiernos retoños y el joven sol ha recorrido la mitad de su camino en
el signo de Aries; las avecillas, que duermen toda la noche con los ojos
abiertos, han comenzado a trinar, pues la Naturaleza les despierta los
instintos. En esta época la gente siente el ansia de peregrinar, y los piadosos
viajeros desean visitar tierras y distantes santuarios en países extranjeros;
especialmente desde los lugares más recónditos de los condados ingleses llegan a
Canterbury para visitar al bienaventurado y santo mártir que les ayudó cuando
estaban enfermos.
Del segundo ya les he hablado, 'La Tierra Baldía', de T. S. Eliot, la parte opuesta, la versión negativa del mes de abril.
Abril, el más cruel entre los meses,
Hace que nazcan lilas en la tierra muerta,
Mezcla recuerdos y deseos, sacude
Raíces perezosas con lluvias primaverales.
El invierno nos puso los abrigos, cubriendo
La tierra de olvidada nieve, alimentando
Una mezquina vida con inertes tubérculos
Nos sorprendió el verano, soltándose sobre el Stambergersee
Con un chubasco; hicimos alto en la columnata
Y cruzamos después el Hofgarten, bañados por el sol.
Y tomamos café y hablamos una hora.
A mí, que quieren que les diga, me sigue gustando más la negativa perfección de T.S. Eliot, porque sí, Abril es el más cruel de los meses, pero no por ello menos bonito.
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