Imaginaros, una librería de las que ya no hay, de esas en las que huele a libro, en las que al entrar sientes la necesidad de salir cargado de historias, un sitio al que ibas por inercia, en el que entrabas cuando estabas triste para sentirte mejor, o en el que entrabas sonriente para salir más sonriente aún. Allí te batías en duelos a espada, descubrías paraísos, te convertías en grumete de un barco pirata, en mujer de un maharajá, Lady Viola sobrevivía a naufragios y Harry Potter derrotaba una vez más a Lord Voldemort. Un lugar lleno de historia en pleno corazón de la ciudad. 70 años de libros. A los coruñeses no hace falta que os diga a qué me refiero: La Librería Colón.
Si habéis pasado por allí estos días, supongo que se os habrá puesto un nudo en la garganta. Yo soy una romántica, y el otro día, comprando mis últimos libros, salí con los ojos empañados, notaba que un pedazo de mí se estaba yendo. Tenía una sensación que no había experimentado nunca, me sentía perdida, como si me arrancaran algo, ver las estanterías vacías, como si la hubieran saqueado.
Cierra el día 31 de enero, el mismo día que cumple 70 años. ¿Razón?

Pero como todo lo grande se van a despedir a lo grande y nos citan a todos a un adiós que nadie quiere el día 1, con la única condición de llevar una botella para ahogar el dolor.
Gracias por tantos años de buena literatura.