10 abril 2015

Y los hipopótamos se cocieron en sus tanques


El camarero tenía puesta la radio. Un locutor estaba dando la noticia de que había un incendio en un circo y oí que decía: ‘Y los hipopótamos se cocieron y murieron en sus tanques’
Éste no es un libro común como podéis deducir por su título. Nada en él lo es. Nada en la Generación Beat lo era.


Viajemos a un caluroso agosto de 1944, William Burroughs y Jack Kerouac viven la vida como podían y querían, deambulando, bebiendo, sin dinero, con proyectos que ni se atisban. Con amigos. ¿Nos hemos puesto ya en situación? Pues esta novela no tiene nada de ficción y todo de autobiográfica. Un asesinato. Dos autores, dos protagonistas secundarios, cuatro manos y una manera muy especial de contar las cosas.

Jack Kerouac es Mike Ryko y William Burroughs es Will Denninson y ellos son los hilos conductores de una historia que se precipita en cuestión de días. No son los protagonistas ni mucho menos, esos son Phillip Tourian y Ramsay Allen. El 14 de agosto el primero apuñaló al segundo, tiró su cadáver al río Hudson,  y con las manos aún manchadas de sangre corrió a ver a Burroughs y Kerouac y los hizo cómplices del asesinato.

Dos maneras de leer una historia. Dos maneras de escribirla. Un capítulo cada uno, contando lo mismo y sin contar lo mismo. Beat en estado puro y un verano que marcó lo que luego fue su literatura y su vida. Leer esta novela hace que luego se aprecie más ‘On the road’ o ‘Big Sur’. Y hasta 2008 estuvo sin publicar en algún inútil cajón.

Lo sé, no he contado nada, pero si leen entre líneas lo he dicho todo y seguro que hay alguien ahí que quiera leerla.

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