Hace tiempo ya que he vuelto a casa. A la rutina diaria del trabajo y las obligaciones. Dejé atrás lugares lejanos o menos lejanos. Guardé la cámara de fotos, o por lo menos la utilizo con más mesura, sin disparar a toda piedra o todo escenario curioso que se me ponga a tiro. Dejé de descubrir historias curiosas acerca de la vieja Europa o del Nuevo Mundo, pero me traje sus recetas de cocina, que ayudan a afrontar el invierno.
"Las colinas que se extienden a lo largo del Rin, las llanuras bendecidas,
rocío que refleja el río y praderas interminables adornadas de viñedos"
En el mes de septiembre Viola navegó por el viejo Rin, visitó Catedrales Imperiales y jugó un extraño partido de tenis donde las miradas se iban hacia un lado y otro del Mosela, de un castillo a otro. Se convirtió en una señorita cortejada por un estudiante al comer un "besito de Heidelberg". Salió "trompa" de la Drosselgasse de Rüdesheim. Vió coronar a Guillermo en la Esquina Alemana de Coblenza. Se empapó de Beethoven en su Bonn natal y compró 4711 en Colonia. Y bebió cerveza, porque es lo propio que se hace en Alemania: Bier, Bratwurst und Kartoffelnsalat...
Viola volvió entonces... y partió otra vez...
1 comentario:
hola, Feliz regreso. Aprovecho y te dejo saludos!
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